miércoles, 30 de octubre de 2019

El amigo de las correrías nocturnas


Mucho se ha hablado de escudos en combate, pero hay un escudo muy curioso y pequeño que tuvo un protagonismo inusitado en la época bajo medieval y renacentista.
Estoy hablando del broquel, el pequeño escudo que vemos en la foto.Estos escudos tenían un diámetro de entre 20 y 40 cms, eran de metal o metal y madera y no era raro verlos forrados de cuero. Su función principal es la de proteger la mano del arma y la de desviar los golpes, más que protegerse de las flechas.

Me llama la atención lo extenso de su uso por la poca protección que ofrecía, pero si te paras a pensarlo, es un objeto que se puede llevar a todos lados sin suponer un estorbo, y en una época en la que era común pasear por Madrid armado se me ocurren muchas situaciones ajenas al campo de batalla en las que este compañero sería especialmente bien recibido, y es que ir de copas con un escudo de cometa... no es tan divertido.

Amigo de alabarderos y duelistas, de tropas ligeras, de arcabuceros y escaramuzadores, el broquel fue un compañero fiel durante varios siglos, dando protección dentro y fuera del campo de batalla.



En mi caso, comencé el broquel mientras avanzaba con el escudo celta, pero me fue gustando tanto que al final lo terminé mucho antes. 
La base son dos planchas de espuma de garaje, un agujero del mismo tamaño que el del escudo verde y una empuñadura de madera, que iría bien sujeta a la espuma por medio de fleje.

 

Dado que presuponía que este escudo iba a sufrir bastante en el umbo, a diferencia de otros más grandes que la tralla se la llevan en el borde, puse doble capa en esta zona, y para afianzar la costura del cuero del borde, le pegé una tira de cuero (... cuero... ejem...) en la circunferencia entre las planchas de espuma.


El agarre tendría dos cortes a cada lado separados la anchura de la espuma, por los que pasaría tiras de fleje y irían pegadas con pegamento epoxy bicomponente.


Una vez todo estaba bien lijado, añadí unos detalleas al umbo...


...y listo. Maravillosamente sencillo :))

Empezamos a pintar. Imprimación en multiadherente blanco y nos ponemos con la madera.


Estoy especialmente orgulloso de las vetas de la madera. Era la primera vez que me ponía a sacarlas a mano y, no es por pecar de vanidad, pero están increibles. La verdad que parecía madera real... me quedé alucinado.

Bueno, pintada la madera, nos quedan los detalles del umbo. Cubrimos todo bien y nos ponemos a ello. Varios tonos de metal, oxido, pigmentos, mugre escurrida, salpichaduras... y tenemos el mejor metal que he pintado hasta la fecha... ¡¡Estoy que me salgo!! ^^








...tras cubrirlo...




Sólo nos quedaba tapar el borde con una tira de cuero sintético. La costura la hago con hilo encerado y queda reforzada por la tira interior de cuero, que evita que en un tirón no se arranque.




 

 La costura es muy buena solución, pero un poco más separadas las puntadas habría sido mejor. En el escudo celta corregiría los errores y perfeccionaría la técnica del cuero en el borde.

Me surgió un problema, y es que no me cabía la mano enguantada, de modo que me tocó rebajar el hueco y luego taparlo con cuero vuelto.











No hay comentarios:

Publicar un comentario