viernes, 7 de agosto de 2020

“Soy el castigo de Dios, si no hubieses cometido grandes pecados, Dios no habría enviado un castigo como yo sobre ti”

The Khan : Battle-craft (mit Bildern) | Pferde, Kriegerin, Ritter
Genghis Khan, titular de la cita que encabeza esta entrada, conquistó medio mundo conocido montado en unos caballos muy pequeños, y armado con un arco y una espada. Hoy no vamos a hablar de su logistica, ni de su estrategia o su adaptabilidad, sino de una parte muy pequeña de su equipamiento, esa espada curvaba y de un solo filo que llevaba al cinto.
 
Esta espada era ideal para su estilo de hacer la guerra, a caballo, ya que es menos probable que la hoja quede enganchada en el cuerpo del oponente y que la pierdas. 
Tenían un tamaño de entre 80 y 100 cm de hoja y era común que tuviesen una empuñadura con una peculiar prominencia o curvatura que ayudaba al jinete a blandirla.
 
 
 
 
 
Este tipo de espadas eran estrechas y tenían la punta afilada para permitir estocadas, no teniendo una curvatura demasiado pronunciada. Con el exito de las conquistas mongolas, esta pudo verse en más lugares que las antiguas zonas de Turquía y Mongolia, ya que fue heredada por el pueblo chino que la conocería como Dao. 
 
 
 
 El dao, junto con el Jian (espada recta), el Qiang (lanza) y el Gun (bastón) componen las cuatro armas principales de la filosofía combativa China, y dentro de la familia de las espadas curvas, encontramos otras tres variantes que varían el ancho y la forma de la hoja (siempre curva) y otra variante que sería el Pu Dao que sería una hoja gruesa en el final de un palo, conformando una suerte de arma enastada lejanamente parecida a la alabarda occidental.

En el caso que nos ocupa hoy, vamos a hacer un Dao de hoja intermedia, comienza fina pero se engrosa en el final, con una guarda ovalada, la empuñadura curva y un pomo sencillo.
La parte más peculiar de su construcción fue la colocación de la varilla para la hoja curva, que sería con el mismo sistema que para la falcata, pero en el sentido contrario.
 
 
El mango lo sacaría de un listón de pino, poniendo buen cuidado de la dirección de la veta. 












Aqui pongo en detalle la forma de "H" que le hago al refuerzo de cordura de la punta de la varilla. Con esta forma se hace más continuo el paso de la rigidez de la varilla a la espuma. Sin ella, al doblarse la espuma en la punta se transmite toda la fuerza al punto entre ambas, y se aumentan las posibilidades de que se abra la espuma.


 
 
 
 
 












 
 
Peso antes y después de darle forma a la espuma de la hoja.

















Esto fue un pequeño problemilla que me encontré, y es que me pasé lijando, de modo que si metía el dedo en la espuma en esa zona, se adivinaba la varilla, así que opté por hacer un refuerzo y ponerlo al ras. Por suerte se arregló y apenas se nota.
























Poco a poco voy consiguiendo que el centro de masas de las armas esté donde yo quiero, a base de ir añadiendo contrapeso, claro. En este caso atravesé una varilla metálica de 12mm y lo rodeé de clavos de 4mm. El problema de esto es que te quitas espacio para que el mango acoja la varilla, pero siendo una hoja no muy larga para usarse a una mano, no creo que haya problema.

 
Un buen lijado para asegurarme que todo queda redondeado. 
 











 















Así quedaba el Dao antes de pasar por silicona y pintura.





































 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Y después de pasar por la cabina de pintura y forrar la empuñadura en piel de cordero, este es el resultado de nuestro sable.
 
Habiendo combatido bastantes veces con el, diré que me gusta casi más que la espada celta-vikinga, se maneja muuy bien, aunque el mango se hará un poco grande para los que les gusten los mangos finitos, que no es mi caso, claro.
Es la que tiene el golpe mas blando de todas mis espadas, me imagino que esto será por la distribución de la espuma y la varilla.